9. Anaxímenes
“El mundo es como un gigantesco animal que respira”.
Anaxímenes en Las Crónicas de Núremberg, de Hartmann Schedel (1493)
Anaxímenes era más joven que Anaximandro y fue, tal vez, su discípulo. Su florecimiento se sitúa aproximadamente hacia el año 546 antes de Cristo. Según la tradición, reconoció como principio de todas las cosas una materia determinada: el aire.
Anáximenes ve en el aire nuestra propia alma y la fuerza que anima el mundo: el mundo es algo así como un gigantesco animal que respira, y en el que su aliento es su vida y su alma.
Hermann Diels, Die Fragmente der Vorsokratiker, Weidmannsche Buchhandlung, Berlin, 1903 (esta edición: 1912) (Kap. 3: Anaximenes, B 2, p. 26).
Del aire nace todo lo que hay, lo que fue y lo que será: también los dioses y todo lo divino.
El aire, principio del movimiento y de los cambios, va determinando la transformación de todo lo que hay mediante un doble proceso de rarefacción y condensación: si el aire se enrarece, se vuelve fuego; pero si se condensa, se vuelve viento, nube, agua, tierra y, por último, piedra.
El propio calor y el frío se explican del mismo modo: la condensación produce frío y la rarefacción produce calor.
Girolamo Olgiati, Illustrium philosophorum et sapientum effigies ab eorum numistatibus extractae, 1580.
Anaxímenes de Mileto.
Vamos a continuar por fin con nuestros vídeos de #leyendohistoriadelafilosofía 🇯🇵, aunque esta vez los vamos a grabar desde Japón. Le toca el turno a #Anaxímenes de Mileto.
